Contaba el viejo chiste que un hombre ante la proximidad de sus vacaciones optó por dejar a un amigo el cuidado de su mascota, concretamente un gato al que tenía gran aprecio. Mientras estaba fuera recibió un telegrama de su amigo que decía: "Tu gato se ha muerto".
Ante el disgusto y la sorpresa, nuestro hombre abandonó sus vacaciones y volvió a casa. Se reunió con su amigo y le espetó que esa no era forma de dar una noticia tan luctuosa.
Le explicó que debería haberle informado con más tranquilidad. Primero un telegrama diciendo "tu gato se ha subido a un árbol", más tarde otro informándole "tu gato se ha caído del árbol", con posterioridad quizá convendría haber enviado otro cable preparatorio "tu gato está grave", para finalmente llegar al momento fatídico: "tu gato se ha muerto".
De esta manera el shock no hubiera sido tan repentino y le hubiera dado tiempo a "hacerse el cuerpo" ante tan funesta noticia.
A los pocos meses, e intentando retomar las vacaciones que interrumpió, nuestro hombre volvió a acudir a su amigo, aunque en esta ocasión, le pedió que se hiciera cargo de su abuela.
A los pocos días de marcharse, un nuevo "cable" volvió a perturbar sus vacaciones.
El telegrama decía: "Tu abuela se ha subido a un árbol".
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