Tras la linea me saluda una voz de mujer que tras, un poco convincente saludo, se presenta como periodista de la cadena SER. La pregunta que me dispara sin apenas darme tiempo a desperezarme consigue que salte de la cama y me frote los ojos: ¿Cómo que cuál es mi opinión sobre la propuesta que los internautas han hecho para salvar la Ley Sinde?. Todavía medio sobado, le pregunto si me puede repetir la pregunta. Si, perdone, en la redacción nos preguntábamos si usted apoya la propuesta de reforma de ley que los internautas han elaborado?.
Mierda, ¿Qué dice esta tía?. Aún sin poder reaccionar le respondo con un cortés pero cortante, no sé, tengo que ver de qué me está hablando, yo no se nada ni me han comunicado nada. Cuelgo el teléfono sin saber aún a qué se puede estar refiriendo.
¿Reformar la Ley Sinde? ¿propuesta de los internautas? ¿interquiéncoñohadicho?
Enciendo el iPad y entro en twitter. De un primer vistazo localizo el tema, cosa que no resulta muy complicada puesto que medio mundo está despierto y comentando la jugada.
David Maeztu. El nombre ni me suena ni tenía por qué sonarme, pero es el nombre que aparece por todos los corrillos y las etiquetas. #LeySinde #Sinde #Ley #Embajada #Wikileaks.
La cosa funciona así. Un poco reconocido abogado se siente denigrado y defraudado por el mundo al no haber sido invitado a la cena de bloggers superstars con Alex de la Iglesia, y dolido ante tal imperdonable olvido por parte de todos, siente que su mundo apenas tiene sentido.
Pasadas las navidades, y por lo que veo conmigo Alex de la Iglesia no contaba, le mandé un mensaje diciéndole que me creía capaz de proponer una alternativa para el caso de que se siguiese adelante con el propósito de aprobar la Ley tal y como estaba. (David Maeztu en su blog)
Pero el leguleyo no se conforma. El también quiere. Quiere salir, quiere que le vean, quiere que le reconozcan, quiere creer que es capaz, tiene un blog con enlaces a menéame, barrapunto y slashdot, quiere ser portada, quiere, él también quiere.
Se sube, se crece ante la adversidad y planea su ascenso al estrellato. Tiene la receta por la que todos le adorarán, su objetivo marcado y su estrategia: ¡Voy a arreglar la Ley Sinde!, se van a enterar estos de que a mí no se me deja fuera.
Y comienzan las llamadas, los correos. Todo en secreto, nadie se debe enterar: "por favor no digas nada a nadie, actua con discrección y pide con cautela que se guarden los detalles, que no se sepa". Su factura de móvil se dispara tratando de contactar con todos los gurus a los que explica su plan infalible.
Pero el mundo sigue su rumbo y ninguno de ellos se sube a su carro. Ni Bravo, ni Alonso, ni Dans... Nadie le hace caso, no le comprenden. El hombre se derrumba. Sólo unos instantes, pero cae defraudado por todos y se sienta solo en la penumbra de su despacho. Pero son sólo unos breves instantes, su ego le impide darse por vencido. Ese ego que se clavó como una daga en su amor propio cuando no le invitaron a cenar, vuelve a resurgir y le hace proclamar: Si los bloggers no quieren, me iré a la industria. Sea como sea, yo tengo que salir en primera página de El País.
Y comienzan los delirios de grandeza, se ve escribiendo columnas junto a los Bardem y los Sanz, imagina las fotos con la Ministra y Enrique Dans, ya puede ver su nombre en los titulares: "Maeztu, el abogado que unió internet y cine"
Tiene un plan alternativo: Irse directo a la fuente. Si los de internet no me hacen caso, me iré a los del cine. Así es como entra en contacto con Alex de la Iglesia con quien se reune a solas, por fin, a solas él y el cine. Maeztu consigue su primer triunfo sin saber (ni querer saber) que se mete en la boca del lobo.
El día 20 de enero, tiene lugar la reunión privada entre Alex de la Iglesia y David Maeztu. Una reunión en la que el abogado le entrega la proposicion para salvar la Ley Sinde. Remendada, sí, pero salvada.
Para el director de la Academia, cuya posición en la SGAE cada vez está más cuestionada por culpa de sus reuniones con esos piratas de internet, la proposición de arreglo de la Ley Sinde le parece un caramelito. ¡Una propuesta que salvaría la puta ley y encima puedo decir que me la envían los internautas!
Se sube, se crece ante la adversidad y planea su ascenso al estrellato. Tiene la receta por la que todos le adorarán, su objetivo marcado y su estrategia: ¡Voy a arreglar la Ley Sinde!, se van a enterar estos de que a mí no se me deja fuera.
Y comienzan las llamadas, los correos. Todo en secreto, nadie se debe enterar: "por favor no digas nada a nadie, actua con discrección y pide con cautela que se guarden los detalles, que no se sepa". Su factura de móvil se dispara tratando de contactar con todos los gurus a los que explica su plan infalible.
Pero el mundo sigue su rumbo y ninguno de ellos se sube a su carro. Ni Bravo, ni Alonso, ni Dans... Nadie le hace caso, no le comprenden. El hombre se derrumba. Sólo unos instantes, pero cae defraudado por todos y se sienta solo en la penumbra de su despacho. Pero son sólo unos breves instantes, su ego le impide darse por vencido. Ese ego que se clavó como una daga en su amor propio cuando no le invitaron a cenar, vuelve a resurgir y le hace proclamar: Si los bloggers no quieren, me iré a la industria. Sea como sea, yo tengo que salir en primera página de El País.
Y comienzan los delirios de grandeza, se ve escribiendo columnas junto a los Bardem y los Sanz, imagina las fotos con la Ministra y Enrique Dans, ya puede ver su nombre en los titulares: "Maeztu, el abogado que unió internet y cine"
Tiene un plan alternativo: Irse directo a la fuente. Si los de internet no me hacen caso, me iré a los del cine. Así es como entra en contacto con Alex de la Iglesia con quien se reune a solas, por fin, a solas él y el cine. Maeztu consigue su primer triunfo sin saber (ni querer saber) que se mete en la boca del lobo.
El día 20 de enero, tiene lugar la reunión privada entre Alex de la Iglesia y David Maeztu. Una reunión en la que el abogado le entrega la proposicion para salvar la Ley Sinde. Remendada, sí, pero salvada.
Para el director de la Academia, cuya posición en la SGAE cada vez está más cuestionada por culpa de sus reuniones con esos piratas de internet, la proposición de arreglo de la Ley Sinde le parece un caramelito. ¡Una propuesta que salvaría la puta ley y encima puedo decir que me la envían los internautas!
David Maeztu me llamó diciéndome que tenía una propuesta. Me reuní con él y me gustó. La leyó Pedro Pérez (Presidente de Productores españoles) y le gustó (Twitter Alex de la Iglesia)Esto es oro puro, debió pensar el bueno de Alex de la Iglesia que, tenía en sus manos el escrito de Maeztu. Una proposición con la que la Ley Sinde podría salir adelante puesto que, bien presentada y maquillada, podría hacerse pasar por "oferta salida de internet", y encima le llegaba de manos de un abogado de esos del copyleft. Cojonudo, más contento que unas pascuas.
Por fin, se le reconocen los méritos. Maeztu respira aliviado: ha conseguido su sueño, su nombre saldrá en todos lados. Ha salvado él solito el cine, internet y el mundo. Por fin puede quitarse la capa y volver a su batcueva.
El jueves 20 Alex de la Iglesia se mostraba así de eufórico. Varios tweets para anunciar el fin de la guerra. En el día de hoy, cautivo y dearmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. Españoles, hemos conseguido colaros la Ley con nombre de abuela, gracias a un "internauta".
De ahí, a que el resultado de esa reunión a dos bandas llegue a la cadena SER hay un paso, un pisotón.
Maeztu, la que te van a dar va a ser poca.
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