Me estaba preguntando desde cuando nuestros políticos se han convertido en entrenadores de fútbol. Una cuestión que parece inconexa pero que en los últimos años cada vez tiene más sentido.
Preguntar a Camps por la trama Gurtel y que te responda "Muy interesante su pregunta" para después añadir un monólogo sobre trenes como un "yo no entiendo de barcos", no es algo que se vea todos los días, pero podría ser cada vez más frecuente si no delimitamos un concepto: Un político en ejercicio de sus funciones debe rendir cuentas de sus actividades. Se siente, pero un político no es un entrenador de fútbol que pueda saldar una incómoda pregunta con el consabido "No hay comentarios".
Olvidar que están ahí para ser transparentes, en representación de los ciudadanos y concederles el inmerecido privilegio de no contestar a preguntas incómodas, es uno de los muchos pasos que estamos dando para vivir rodeados de corrupción.
¿Puede un representante político evitar a su antojo las cuestiones que no le vienen bien? ¿Son ahora los políticos como los entrenadores de fútbol que tienen la potestad de zanjar cualquier tema adverso con un "no comments"? ¿Dónde queda la crítica en este caso? ¿Do la responsabilidad y las obligaciones inherentes al cargo?
Así los tiene, es cierto, señor Camps, así los tiene... porque así los tenemos nosotros también.
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